Estudio sobre el funcionamiento cerebral en los niños de Altas Capacidades: las funciones ejecutivas

Estudio sobre el funcionamiento cerebral en los niños de Altas Capacidades: las funciones ejecutivas

Cuando hablamos de funciones ejecutivas nos estamos refiriendo, de manera general, a una serie de mecanismos cerebrales encargados de regular nuestra conducta. Tirapu-Ustárroz y Luna-Lario (2008) hablan de ellas como “los procesos cognitivos implicados en el control consciente de las conductas y los pensamientos”. Por su parte, Barroso y Martín y León Carrión hablan de funcionamiento ejecutivo para referirse a “las capacidades que hacen que el pensamiento se transforme en las diferentes acciones necesarias para funcionar de forma organizada, flexible y eficaz, encargando de adaptar al individuo a las diferentes situaciones nuevas que le acontecen” (Barroso Martín & León Carrión, 2002, p. 28). Estos autores también utilizan la metáfora de que las funciones ejecutivas son una especie de ‘junta de gobierno’ que controla y regula las cogniciones (pensamientos) y los comportamientos, “analizando la información previamente elaborada para decidir cómo, sobre qué y cuándo utilizarla”. En definitiva, las funciones ejecutivas, que se encuentran localizadas en los lóbulos frontales del cerebro, son necesarias para poner en marcha otros tipos de funciones cerebrales superiores. Concretamente, regulan nuestra atención, el control de impulsos, y la planificación y monitorización de conductas orientada a resolver una tarea, la flexibilidad y la memoria de trabajo.  

Todas estas funciones ayudan a las personas a adaptarse a situaciones nuevas y resolver tareas complejas, especialmente aquellas de carácter novedoso, y son esenciales de cara a alcanzar metas (Cock et al., 2008). A su vez, un buen funcionamiento de estos procesos ejecutivos se relaciona con un mejor rendimiento escolar (García-Villamisar & Muñoz, 2000).

Además de una orientación positiva sobre para qué sirven las funciones cognitivas, también es objeto de estudio qué ocurre si éstas se encuentran dañadas, o simplemente reducidas en su funcionalidad. De esta manera, algunos trastornos del neurodesarrollo bien conocidos se caracterizan por presentar dificultades en las funciones ejecutivas, como el Trastorno por Déficit de Atención con y sin Hiperactividad (Barkley, 2000), los Trastornos del Espectro Autista (Kleinhans et al., 2005), y los Trastornos del Aprendizaje (Chipatecua & Anacona, 2013; Toll et al., 2011).

Funciones ejecutivas y Altas Capacidades

Diversos estudios relacionan las Altas Capacidades con un mejor trabajo de las funciones ejecutivas (Arffa, 2007). La razón de encontrar estos resultados es la amplia diversidad de procesos cerebrales que se asocian a este tipo de funciones. Por ejemplo, se han visto resultados superiores a nivel de memoria de trabajo, así como los niveles de atención ante una tarea motivante. Sin embargo, a nivel general, sí se observa un peor rendimiento en todas estas funciones en un número significativo de casos de niños y adolescentes de Altas Capacidades (Pineda et al., 2010), aunque la investigación en esta línea aún precisa más estudios y de mayor diversidad. En cambio, si nos dirigimos a la práctica clínica, las dificultades a nivel de funciones ejecutivas suponen uno de los mayores retos de trabajo con el alumnado de Altas Capacidades.

Dentro de este ámbito, la atención supone uno de los procesos que más relevancia tiene, cuestión relacionada con la alta creatividad de los perfiles de Altas Capacidades (Fugate et al., 2013). Concretamente, es la creatividad de tipo A o abstracto la más común en este perfil, la cual se caracteriza por incorporar a la memoria a corto plazo un alto volumen de información periférica del entorno, pasando por alto los estímulos prioritarios (Prentky, 1979). Esto genera un foco atencional débil, que se traduce en una alta distractibilidad. Además, en los cerebros creativos hay un mayor funcionamiento del hemisferio derecho, y este proceso está relacionado con una inhibición de los lóbulos frontales, así que, por tanto, también de las funciones ejecutivas (Pérez et al., 2015).

Objetivo

El objetivo de este estudio es conocer si los niños y niñas de Altas Capacidades presentan diferencias en el rendimiento de los procesos cerebrales que engloban las funciones ejecutivas. Se pretende realizar una comparación con población general, así como con poblaciones clínicas. Se trabaja con la hipótesis de que se hallarán dificultades en este tipo de funciones cerebrales.

Método

Se administró en cuestionario BRIEF-2: Behavior Rating Inventory of Executive Function, Second Edition (Gioia et al., 2000), adaptado a la población española por Maldonado Belmonte, Fournier del Castillo, Martínez Arias, González Marqués, Espejo-Saavedra y Santamaría (2017) y editado por TEA. La prueba mide aspectos conductuales y observables de las funciones ejecutivas en niños. Se ha administrado la versión a rellenar por la familia, compuesta por 63 ítems con 3 opciones de respuesta: Nunca, A veces y Frecuentemente. Fue respondido por las familias de 20 niños y niñas de Altas Capacidades (18 niños y 2 niñas) con edades comprendidas entre los 7 y los 14 años.

La escala se divide en 9 sub-escalas, agrupadas de manera jerárquica en 4 índices, y estos a su vez en el Índice global de función ejecutiva, que podéis ver en la Tabla 1:

Fuente: TEA

Se realizó un análisis descriptivo, y posteriormente se llevó a cabo una diferencia t de medias, donde se tomaron como datos a comparar aquellos facilitados por los autores en el manual de validación de la escala BRIEF-2. Para ello, se compararon las puntuaciones típicas obtenidas en el test por la muestra propia con los de diferentes perfiles de muestras clínicas, así como un grupo control de características similares en extensión y edad.

Resultados

Se han comparado las puntuaciones típicas obtenidas en el test y en cada subescala entre el grupo de Altas Capacidades y las siguientes muestras:

  • Grupo control (niños de similar edad, pero sin ningún diagnóstico clínico): se hallan diferencias en todas las escalas, sobre todo en la de control emocional.
  • Grupo con TDAH: se obtienen puntuaciones similares, hallando diferencias sólo en el índice de regulación emocional.
  • Grupo con Déficit de Atención: puntuaciones similares en todos los índices y escalas, excepto en el de regulación conductual.
  • Grupo con Trastorno del Espectro Autista. Diferencias en el Índice de regulación cognitiva y en el Índice general de función ejecutiva,
  • Grupo con Trastornos de Aprendizaje. Diferencias en los índices de regulación conductual, emocional e índice global de función ejecutiva
  • Grupo con Trastorno de Ansiedad. Puntuaciones similares en todos los índices, menos en el índice de regulación conductual.

Conlclusiones

El objetivo de este estudio era determinar si los niños de Altas Capacidades reflejaban conductas indicadoras de problemas a nivel de función ejecutiva. Los resultados han mostrado que presentan dificultades en todos los índices del BRIEF-2, tanto generales, como escalas específicas. Asociando estos resultados con las conductas específicas que recoge el BRIEF-2, encontraríamos que los niños de Altas Capacidades tienen dificultades en tareas específicas del siguiente tipo:

  • En inhibición y supervisión de sí mismo, se trata de niños inquietos, que actúan frecuentemente sin pensar, con tendencia a descontrolarse más que otros niños, se levantan de la silla cuando no deben, hablan cuando no les corresponde, les cuesta darse cuenta de que ciertas acciones molestan a los demás, le cuesta ser consciente de qué cosas se les da bien y cuáles mal, etc.
  • En flexibilidad y control emocional, hablamos de niños a los que, con frecuencia, las situaciones nuevas les general incomodidad, le dan muchas vueltas al mismo tema, se queda enganchado a un tema o actividad, le cuesta aceptar maneras alternativas de resolver un problema, tienen cambios de humor frecuentes, pequeños detalles les hacen reaccionar de manera desmesurada, etc.
  • En cuanto a la iniciativa, hablaríamos de un perfil de niños a los que les cuesta iniciar una actividad por sí mismos, aunque tengan buena disposición. Con respecto a la memoria de trabajo, son niños con dificultad para recordar información como, por ejemplo, si les mandas tres cosas, solo se acuerdan de la primera o la última. Su capacidad de atención es breve, se le olvida las cosas al poco rato, etc. Relacionado con esto, se encuentra la Planificación y organización, reflejado en dificultad para calcular el tiempo que necesitan para hacer una tarea, les cuesta poner por escrito sus ideas o se agobian en tareas extensas. De la misma manera, la supervisión de la tarea se relaciona con una ejecución descuidada de las tareas, mala caligrafía, se les olvida revisarlo, cometen errores por descuido. Por último, la organización de materiales indica que frecuentemente olvidan llevar a casa las tareas del colegio, también olvidan entregar los deberes, aunque los hayan hecho, o no encuentran sus cosas en la habitación o la mesa.

Estas conductas no reflejan el comportamiento general de todo el conjunto de niños y niñas de Altas Capacidades, pero sí tienen una frecuencia mayor que en la población general. Si atendemos a los Índices General de Función Ejecutiva, presentan una media estadísticamente similar a la de los niños con TDAH, ya sea con predominio de la hiperactividad o de la falta de atención, así como con población clínica con ansiedad. En el índice de regulación conductual, no existen diferencias entre el perfil del TDAH con predominio de hiperactividad y el de Altas Capacidades, lo cual se asocia con la alta prevalencia de diagnósticos erróneos de TDAH que se da entre los niños de Altas Capacidades (Hartnett et al., 2004).

Con el perfil de Trastornos de Aprendizaje, el de Alta Capacidad refleja similares niveles de regulación cognitiva, es decir, todo lo relativo a desorden a la hora de presentar los trabajos y la supervisión de las tareas.

El área de regulación emocional se muestra como el más alto en los niños de Altas Capacidades, a niveles que estadísticamente similares con la población con Trastornos del Espectro Autista, dos perfiles que en ocasiones se relacionan, pues si el niño o niña de Altas Capacidades tiene graves dificultades sociales, se tiende a evaluar la presencia adicional de un TEA (Assouline et al., 2009; Foley Nicpon et al., 2011; Kennedy & Banks, 2011; Webb et al., 2005). La falta de control emocional en las Altas Capacidades se asocia a un alto nivel de arousal, que se relaciona, a su vez, con estados de ansiedad, que puede derivar en la rigidez como método de evitación del estrés. De ahí que el perfil con el que guarda mayor similitud el de Altas Capacidades es con el general de ansiedad, tanto a nivel emocional, como cognitivo y también el global. No todas las personas con ansiedad presentan síntomas motores (inquietud, movimiento constante, impulsividad), pero los altos niveles de activación asociados a la emoción del miedo dificultan la realización de tareas de tipo cognitivo, escolares o no, así como falta de control emocional, baja atención, etc.

Las Altas Capacidades no implican de por sí sufrir trastornos de ansiedad, pero sí que hay factores que pueden favorecer una tendencia a desarrollarlos. Entre ellos se encuentran la disincronía emocional propia de la Alta Capacidad, también el tener rasgos de personalidad de tipo introvertido, la alta frecuencia de perfiles de alto perfeccionismo, así como la tendencia a mantener un alto estado de vigilancia (Pérez et al., 2015). Debemos recordar que aquí juega un papel fundamental el entorno, el cual no siempre es modificable, pero si hay un buen ajuste a nivel personal y social con el entorno, es decir, una adaptación favorable al mismo, la probabilidad de sufrir trastornos de ansiedad disminuye. Es por ello que, en las Altas Capacidades, se vuelve necesario trabajar tanto las estrategias de afrontamiento de los niños y niñas, como el contexto (el colegio, la familia, las habilidades sociales, etc.) para favorecer un desarrollo lo más positivo posible para ellos.

En conclusión, se confirma la relación hipotetizada entre las Altas Capacidades y las funciones ejecutivas, mediante la cual éstas funciones de los lóbulos frontales se ven menos activadas. El BRIEF-2 nos acerca a esta línea de hipótesis mediante la observación conductual por parte de la familia, donde se observan disfunciones al nivel de trastornos neurológicos como el TDAH o el TEA, pero también de trastornos emocionales, como la ansiedad. Estos resultados no se pueden generalizar al conjunto de la población de niños y niñas de Altas Capacidades, pues la casuística es muy diversa.  Sin embargo, concuerda con las investigaciones previas y su relación con la alta creatividad y la mayor activación del hemisferio cerebral derecho.

Podéis leer el estudio completo en este enlace.



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